20 días antes de la muerte de Franco, mi abuelo se renueva el DNI. Allí donde debe marcar su profesión queda escrito “Emperador”. Un error tipográfico le otorga un poder y estatus inesperados. Su oficio en realidad era “Empedrador”. A raíz de esta anécdota desarrollo un acercamiento poético en el que se contraponen la Historia institucional y la narración personal.
Mi abuelo, al igual que muchos otros, cambió, en los años 60′, el campo de un pequeño pueblo andaluz, Cabra de Santo Cristo, por Barcelona, que se prometía como el paraíso. La realidad fue bien diferente. Muchos tuvieron que arreglárselas cómo pudieron, aceptando los trabajos más duros y viviendo en condiciones de inseguridad e insalubres. Es por ello que ese error tipográfico en el DNI cobra especial relevancia generando una dicotomía que yo extrapolo a los minerales que representan a cada una de esas dos identidades: el oro, símbolo de poder y exclusividad, y el cemento o el ladrillo como materiales fundamentales para el oficio de albañil. En busca de estos materiales recorro lugares tan simbólicos como el Valle de los Caídos, la cementera de Montcada o el barrio de Verdum (en Barcelona) donde vivió mi familia. Lugares donde curiosamente esos dos extremos a menudo se dan la mano.
Como conclusión a esta reflexión decido honorar a mi abuelo ofrenciéndole un espacio de poder. Para ello acuño un seguido de monedas con su rostro en donde se puede leer: «José Fernández Cobos emperador de España por la gracia de Dios. 1975». Al acercarnos a ellas nos llegará un olor inconfundible: el del chocolate.


Es Francisco Franco quien promueve la creación del documento de identidad, siendo él quien obtiene el primero en 1951. El número 2 fue asignado a su mujer y el 3 a su hija. Del 10 al 99 se reservaron para la familia real. A pesar de esta apariencia aristocrática, el DNI se crea con el fin de controlar a los presos y hasta 1981 incluía una casilla que clasificaba al ciudadano según su nivel económico. Mi abuelo tenía la calificación de 1ª.





Manifestación Pro-amnistía presos políticos, Barcelona. 1976. Autor/a anónimo/a. Imagen extraída del fondo de RTVE. Las mismas piedras que mi abuelo utilizaba para empedrar las calles otros las utilizaban como arma arrojadiza contra la policía.




El 7 de abril de 1976, Carmen Franco Polo, hija del por entonces ya fallecido dictador, pitó al pasar por los arcos de detección de metales del aeropuerto de Barajas, en Madrid. Cuando le pidieron que abriera el bolso aparecieron dentro 31 monedas y 7 divisas de oro y brillantes. Carmen, que llevaba las monedas a Suiza para que un relojero las tasara y poder hacerle con ello un reloj a su madre, se quedó paralizada porque no tenía ni idea de qué llevar al extranjero lo que hoy corresponde a unos 140.000€ fuera ilegal. Las monedas en cuestión habían sido ofrecidas por algunas ciudades españolas a su padre, Franco. Fotografía de El País. Edición del 8 de abril de 1976.





El Valle de los Caídos es un conjunto monumental impulsado por Francisco Franco, construido entre 1940 y 1958 en el valle de Cuelgamuros, Madrid. En su interior se encuentran restos de caídos durante la Guerra Civil Española, muchos de ellos extraídos de fosas comunes sin el consentimiento de sus familiares. Para su construcción se ofreció a algunos presos republicanos conmutar sus penas por el trabajo en las obras del monumento. Dos tumbas tienen una disposición preferencial: la de José Antonio Primo de Rivera, creador de la Falange, y la del dictador Francisco Franco. Aparentemente él no dejó constancia de querer ser sepultado en este lugar. Fué el rey Juan Carlos I quien el 22 de noviembre de 1975 envía una carta al abad del Valle estableciendo que el cuerpo sea enterrado allí. Fue trasladado en un “Pegaso 3050” que se caló un par de veces.
José Cobos Fernández murió el 11 de mayo de 1995 a los 79 años. Fue enterrado en el cementerio de Collserola, agrupación 16, nº68317, piso 3.




