“Lo visible no existe en ninguna parte”
John Berger. Modos de ver.
Cuando pienso en porqué fotografío siempre llego al mismo punto: para descubrir. Tengo la certeza de que sólo a través del visor de la cámara soy capaz de encontrar esa otra cara de lo visible, lo oculto a nuestra mirada ya cansada.
Para ello desdibujo los límites del mapa, pues son esas paredes las que me impiden encontrar la Atlántida escondida: deseo con todas mis fuerzas dar con ese territorio el cual imagino abrumador. Zambullirme entre sus secretos, ser como aquel explorador a quien le da vueltas la cabeza al presentársele el nuevo mundo. No hago más que buscar en esta realidad esa tierra reservada a Neptuno para sus quehaceres más íntimos. Pero, ciertamente, lo fascinante no es tanto encontrarla como la creencia de que realmente existe, dispuesta a ser pisada, alimentando mi ilusión.
Así actúo con la cámara: mediante ella escrutino islas escondidas a nuestra visión limitada, e investigo los entresijos de un escenario anclado entre el mito y la razón.
No creo, por tanto, en la objetividad del medio, y sin embargo su veracidad me apasiona. La disposición innata de la fotografía para afirmar que todo lo que muestra es real es precisamente lo que me conduce a utilizarla: a ella, y no a cualquier otro lenguaje plástico.
De este modo, la fotografía resulta ser una hábil mentirosa quien, conocedora de nuestras debilidades, no duda en hacer uso de su “doble moral”. Juguetona ella, disfruta creando ese instante de confusión que llena la imagen de una magia incalculable. Yo me valgo de ello.